Orígenes y composición de la dieta Star Warf
Hemos de recordar que el perro es un descendiente directo del lobo. Amaestrado y socializado durante siglos, evolucionó hasta lo que hoy conocemos como perros o animales de compañía.
Partiendo de esa base, el veterinario Ian Billinghurst desarrolló este tipo de alimentación, la cual se compone básicamente de huesos carnosos crudos (que posean más de un 50% de carne), carne magra, órganos y vísceras además de frutas y verduras.
¿Tiene sentido dar comida cruda a las mascotas?
Intuitivamente, la idea es muy buena: aproximar la alimentación de los animales de compañía a la dieta que seguirían si estuviesen en libertad en un entorno natural para mejorar su calidad de vida y prevenir problemas de salud. Parece un planteamiento sin fisuras. Pero se resquebraja al llevarlo a la práctica, en el momento en que se pasa de la teoría a las condiciones reales en las que viven nuestras mascotas (que ni se acercan a las que tendrían en estado salvaje).
No es lógico pretender domesticar a un animal y que nada cambie en su biología. Es verdad que los lobos, ancestros y modelo al que podría parecerse un perro en estado salvaje, tienen una capacidad limitada para digerir los hidratos de carbono. Pero también tienen una esperanza de vida muy inferior en un entorno absolutamente distinto. Los perros ya no son lobos, y en esta evolución han incorporado diversos cambios genéticos, entre ellos, la capacidad de digerir almidón o cambios en el metabolismo de las grasas (aspectos que se consideran cruciales en la domesticación).
Se ha investigado sobre las razones específicas que llevan a interesarse por este tipo de alimentación. Destacan el respeto a la naturaleza carnívora de los perros o mejorar su salud. Pero también tiene peso una mala experiencia previa con la comida para animales, la desconfianza en las marcas comerciales de pienso o la presencia de aditivos (el mismo miedo que tenemos con la alimentación humana). Algunas crisis alimentarias han contribuido a asentar esta preocupación.